“Que así es Dios, nuestro Dios eternamente y para siempre; Él es nuestro guía perpetuo” (Sal. 48:14). RV77.
¡Que bendición el texto del Salmo! Dios se hace guía personal, conduciéndonos en el tiempo y en la eternidad. Los expertos tienen problemas con la traducción del versículo. Yo soy poco conocedor de tales asuntos, pero me llega con las palabras que leo en mi Biblia, para descansar profundamente y sentir que cuanto necesite está a cubierto por nuestro Dios.
Dios el Todopoderoso
Primeramente el Dios del Salmo. Se presenta como el Todopoderoso, Creador de cielos y tierra. Está coronado de majestad y gloria. Honrado y glorificado en Su trono en los cielos. Por eso comienza diciendo: “Grande es Jehová, y digno de ser en gran manera alabado” (v. 1). Pero, se revela también como el Dios de la gracia. Por eso dice: “nos acordamos de tu misericordia, oh Dios” (v. 9). Es el que descendió a mi encuentro, no desde la distancia, sino desde la proximidad. Vino a mi lado porque sabía que yo nunca iría a Él. Observo el misterio de la gracia y descubro que Dios se hace un hombre del tiempo y del espacio, para ser mi compañero. Vive mi vida, pasa por mis experiencias y, por eso es capaz de comprenderme. Muere por mí en una Cruz y da Su vida para darme la Suya, y cambiar mi muerte en vida y vida eterna.
Dios de la esperanza
Todavía más, el Salmo lo presenta como el Dios de la esperanza, porque Su “ciudad la afirma para siempre” (v. 8). La noche de mi vida dará paso a la luz admirable de la mañana perpetua, en el lugar donde nunca se pone el sol, y donde el Cordero será la lumbrera. El mar turbulento será cambiado en remanso de bonanza. Mi corazón no espera ilusionado las cosas venideras, espera anhelante el encuentro con mi Señor.
El Dios personal
Dios en el Salmo es el Dios personal: “Así es Dios, nuestro Dios”. Es perfecto, infinito, eterno, glorioso, admirable, soberano, pero, es mi Dios personal. Es tan admirable que se hizo camino para mí. No necesito buscar caminos para transitar en mi vida, Él es el camino, la verdad y la vida (Jn. 14:6). Oh, las sombras de la noche oscura sin luz ni luna, se cambia en claridad luminosa cuando estoy a Su lado.
La desorientación que como hombre sufro muchas veces, queda restaurada por que quien es camino, es también “la luz del mundo y el que le sigue no anda en tinieblas”. Todavía más, puedo estar inseguro, porque soy débil y pequeño, pero en los momentos en que mi camino se estrecha, haciéndose difícil y peligroso, siento Su mano en la mía, mientras escucho el susurro de Su voz cariñosa que me dice: “No temas yo estoy contigo”. Su compañía está siempre conmigo, aún en los momentos de la angustia, como me ha prometido (Sal. 91:15).
El Dios de la seguridad
Un aspecto más. Es el Dios de la seguridad. Podré ser infiel, pero Él nunca deja de ser mi guía. La muerte cerrará un día la marcha de mi camino. Partiré al descanso con la frente arrugada y el cuerpo avejentado, cansado y desgastado, pero me levantaré glorioso. El invierno de mi tumba dará paso a la primavera de la redención y al verano de la gloria. Tengo esa esperanza y esa es mi certeza. Dios me llevará en sus brazos más allá de la muerte, para seguir siendo mi guía perpetuo.
Así que después de la vida siempre difícil, “Tendré delicias a Su diestra para siempre”.