Lo siento. No me gusta el uso que se hace en las redes sociales de las desgracias humanas, ya sea de niños con cáncer, de catástrofes naturales, de injusticias sociales,… como si las cosas se arreglaran dándole a un simple “like” o compartiendo un enlace. Por eso digo “lo siento”, porque hoy yo voy a hacer lo mismo.
Estamos tan acostumbrados a ciertas imágenes que ya prácticamente no nos conmueven. La saturación nos lleva a mirar a otro lado, a decirnos que no podemos hacer nada, que otras personas ya se preocuparán de ellos. Muchas veces miramos a otro lado simplemente porque la realidad es tan dura que no queremos enterarnos. Lo siento, pero estos días estaba viendo vídeos del frío que están pasando los refugiados en Europa y no me queda más remedio que decir algo. A menos de 20ºC la vida es muy difícil. Se ve a la gente con frío, con hambre y en tremenda soledad. A estas temperaturas el cuerpo humano necesita más comida para sobrevivir, pero no hay ni comida, ni agua, ni baños,… No hay nada, ni tan siquiera calor humano. Lo siento pero esto me indigna. No es algo que esté ocurriendo a miles de kilómetros. Es algo que está sucediendo aquí: en Belgrado, en Grecia, en Italia.
Es verdad que nosotros tenemos nuestros problemas, pero lo siento: nuestras iglesias tendrán que decir algún día algo sobre todo esto. Las palabras de Jeremías 48:10 deberían bombardear nuestro corazón: “Maldito el que haga con indolencia la obra de Jehová”.
Dios, ¿nos estarás diciendo que somos indolentes con el dolor humano? Este dolor no puede pasar a nuestro lado como si no pasara nada. Para un momento y mira esos rostros muertos de miedo, esos pies descalzos, esa soledad inmensa, esa hambre que traspasa la pantalla… Lo siento…
¿Tendremos algo que decir o hacer?